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El hotel donde no hay crisis en Canarias

Abril 03 2021
El hotel donde no hay crisis en Canarias gracias al teletrabajo y los nómadas digitales
En medio de la incertidumbre turística y con una Semana Santa bajo mínimos, hay empresas que se reinventan. En Gran Canaria un hotel roza el lleno gracias a alemanes, ingleses, franceses y suizos convertidos en nómadas digitales

Clientes haciendo fila en la recepción de un hotel para registrarse. Huéspedes que salen toalla en mano para ir a la piscina o para hacer ejercicio por los alrededores. Una imagen que recuerda más a una época precovid que a la del turismo en tiempos de pandemia. En el Hotel Playa del Sol, en Playa del Inglés, sorprende el movimiento de visitantes. Este apartahotel del sur grancanario parece vivir en una burbuja. En las inmediaciones aún hay comercios cerrados y negocios con persianas bajadas. Una quietud solo alterada por el espejismo momentáneo de los días de Semana Santa gracias al turismo local y a los pocos extranjeros que llegan estos días.

En la piscina encontramos a Klaus, un joven alemán dedicado a la atención de clientes. A caballo entre Múnich y Barcelona, trabaja en remoto desde hace años, pero decidió trasladarse a Gran Canaria en diciembre cuando la Ciudad Condal empezó a endurecer sus restricciones y le preocupaba vivir un nuevo confinamiento. «Conocía las islas porque había estado durante los carnavales. Además, mi estancia coincidió en aquel momento con el primer encierro en España. De una semana de vacaciones pasé a estar aquí tres meses». Ahora ha vuelto a repetir, pero de forma planeada. Paga por su estancia 650 euros al mes. Un apartamento en el que él mismo cocina y se hace la limpieza, pero donde está a 25º y cerca del mar.

El hotel donde no hay crisis en Canarias gracias al teletrabajo y los nómadas digitales
En medio de la incertidumbre turística y con una Semana Santa bajo mínimos, hay empresas que se reinventan. En Gran Canaria un hotel roza el lleno gracias a alemanes, ingleses, franceses y suizos convertidos en nómadas digitales
Klaus, alemán que antes del virus vivía entre Barcelona y Múnich, decidió trasladarse a Gran Canaria cuando se endurecieron las restricciones. Ahora paga 650 euros al mes por su apartamento en Playa del Inglés
Klaus, alemán que antes del virus vivía entre Barcelona y Múnich, decidió trasladarse a Gran Canaria cuando se endurecieron las restricciones. Ahora paga 650 euros al mes por su apartamento en Playa del InglésLaura de pabloLa Razón
Laura de Pablo
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San Bartolomé de Tirajana.
Creada.03-04-2021 | 02:00 H
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Última actualización.03-04-2021 | 02:00 H

Clientes haciendo fila en la recepción de un hotel para registrarse. Huéspedes que salen toalla en mano para ir a la piscina o para hacer ejercicio por los alrededores. Una imagen que recuerda más a una época precovid que a la del turismo en tiempos de pandemia. En el Hotel Playa del Sol, en Playa del Inglés, sorprende el movimiento de visitantes. Este apartahotel del sur grancanario parece vivir en una burbuja. En las inmediaciones aún hay comercios cerrados y negocios con persianas bajadas. Una quietud solo alterada por el espejismo momentáneo de los días de Semana Santa gracias al turismo local y a los pocos extranjeros que llegan estos días.

En la piscina encontramos a Klaus, un joven alemán dedicado a la atención de clientes. A caballo entre Múnich y Barcelona, trabaja en remoto desde hace años, pero decidió trasladarse a Gran Canaria en diciembre cuando la Ciudad Condal empezó a endurecer sus restricciones y le preocupaba vivir un nuevo confinamiento. «Conocía las islas porque había estado durante los carnavales. Además, mi estancia coincidió en aquel momento con el primer encierro en España. De una semana de vacaciones pasé a estar aquí tres meses». Ahora ha vuelto a repetir, pero de forma planeada. Paga por su estancia 650 euros al mes. Un apartamento en el que él mismo cocina y se hace la limpieza, pero donde está a 25º y cerca del mar.

Trabajo por la mañana y por la tarde tengo tiempo libre para disfrutar de todo esto
Klaus

«Trabajo por la mañana y por la tarde tengo tiempo libre para disfrutar de todo esto», dice mientras señala a la piscina donde hay varios «nómadas» más nadando y tomando el sol. Klaus explica que el hotel se ha ido adaptando a ellos, ha mejorado la red wifi e, incluso, ha instalado más lavadoras para atender la alta demanda. «Hay muy buen ambiente, a veces es como una granja escolar».
Confinarse en el paraíso

La experiencia con los nómadas digitales no es nueva para la dirección de este hotel. Otro de sus establecimientos en Fuerteventura, el Surfing Colors, ha hospedado durante largas temporadas a jóvenes que compaginaban su trabajo con su pasión por el surf. Miguel Fariña, responsable de ambos hoteles, nos cuenta que de esa idea surgió la campaña «Confínate en el paraíso», para intentar mantener las reservas que poco a poco se iban cancelando por efecto del coronavirus y las restricciones de movilidad. Alemanes, suizos, franceses, ingleses y hasta polacos son los «turistas» que ahora llenan sus habitaciones. «El teletrabajador no está vinculado a la touroperación tradicional, pero cada vez más hay una tendencia a su profesionalización», dice.

En otra parte del complejo, en la zona «chillout», encontramos a Pedro en un descanso. «Todo mi equipo sabe que estoy en Canarias. Además, sería imposible disimular este bronceado», se ríe mientras se remanga la sudadera para mostrar el tan deseado efecto del sol. Este financiero portugués reside habitualmente en Berlín, pero lleva años teletrabajando. Él es de los pocos que nos encontramos aquí a quien su empresa ayuda económicamente para pagar los gastos de internet, agua o luz.

Por supuesto que he cogido llamadas de trabajo desde la piscina
Shawn

Shawn es consultor informático y traductor. Trabaja para una empresa cuyas sedes están en Estados Unidos y Londres y lleva más de 10 años dedicado al teletrabajo. Reside normalmente en Barcelona y decidió trasladarse a Gran Canaria por las mismas razones que Klaus. «Pensé, si tengo que estar confinado, que sea al sol, con piscina y playa cerca. Vine con la intención de estar un mes y acabo de ampliarlo por otro más. No tengo ni idea de cuándo me iré, es algo que voy decidiendo sobre la marcha».

Sin gastos extra en el último año de pandemia, ni viajes, ni cenas, Shawn asegura que gracias a eso se puede permitir este tipo de alquiler vacacional. En su empresa saben que teletrabaja, pero no desde dónde. Es algo que prefiere guardarse para sí mismo. «En las videollamadas todos usamos un fondo de pantalla de la oficina porque resulta más profesional, pero por supuesto que he cogido llamadas desde la piscina». De esta experiencia destaca la posibilidad de socializar en tiempos de coronavirus. «Hemos creado un sentido de comunidad, como cuando estás en casa y bajas al bar y saludas a la gente que habitualmente ves ahí y te tomas el café en el mismo sitio. Pues aquí pasa algo parecido». Los escépticos del teletrabajo creen que es fácil confundir trabajar con estar de vacaciones, pero él lo tiene claro: es imprescindible la disciplina. «Si no haces bien tu trabajo, terminarán despidiéndote», asegura.

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